Cada Icono es objeto de respeto y está indisolublemente ligado a la vida religiosa y de culto de cada cristiano individualmente y de la Iglesia misma.
Muchas personas tratan los íconos como meras obras de arte: admiran el estilo, los colores, la representación. Y se detienen ahí. Tal vez no se equivoquen. De hecho, son obras de arte, pero más allá del arte, los íconos para cada cristiano son la verdadera revelación del rostro de Dios. Es la expresión y la impronta de la VERDAD. (¿Y qué entendemos por verdad?) ¡Que Dios se encarnó! ¡El Dios infinito e incorruptible se encontró con la naturaleza humana finita y se reveló a nosotros! A través de los iconos ortodoxos se hace visible el rostro del Señor (en su forma humana).
El valor teológico y pedagógico de los iconos es indiscutible. Por un lado, su culto honroso es una confesión de fe y una expresión de la verdad de que Dios se hizo hombre para que nosotros podamos convertirnos en dioses por Su Gracia. A través de ellos somos conducidos al mundo celestial de Dios Padre, los Ángeles y los innumerables Santos. Por otro lado, su existencia en Iglesias y casas es prueba de que son parte integral de la vida cotidiana del cristiano. Incluso las personas con un conocimiento básico de gramática y ortografía, frente a cualquier Icono Sagrado pueden captar el mensaje que envía. Podríamos compararlos razonablemente con un espejo que refleja la vida espiritual de la Iglesia viva. Es la Teología que se expresa en formas y colores y revela con elocuencia la presencia de Dios en nuestras vidas.
Los iconos son sagrados y, a veces, milagrosos. Se caracterizan como sagrados porque representan figuras que nos llevan al mundo celestial y son un medio para que el creyente entre en contacto con Dios. Y por eso los honramos. Además, algunos de ellos son milagrosos. Sin embargo, debe entenderse que obran milagros por la fe de la persona que ruega ante ellos y la Gracia divina que Dios permite brotar de ella.
Es una costumbre común, incluso cuando nuestra fe es tibia, regalar íconos a los seres queridos. Por qué; ¿Por qué queremos que las paredes de nuestra casa estén decoradas con formas serias o tristes? Santos de los griegos. Así se refieren a muchos libros de la literatura occidental. Santos que te magnetizan con su mirada y al mismo tiempo calman el alma. Santos que los miréis a los ojos y sepáis interiormente que vuestra oración ha sido escuchada. Queremos estos santos. Los estamos buscando. Recurrimos a ellos cuando no tenemos otro lugar a donde acudir en busca de ayuda. Les hacemos votos. Los llevamos con nosotros al extranjero, al exilio. Los ponemos frente a cualquier peligro. Por qué; Porque en el fondo creemos que están con nosotros, que nos ayudarán, nos protegerán, nos apoyarán.
Santos de los griegos… Santos del mundo